miércoles, 3 de septiembre de 2014

Final: el adiós de Sebastián - Parte 3

Prometo no volver a enamorarme de ti, dime que te he decepcionado y juremos olvidarlo todo, tal cual historia de verano.

Era de noche, hacía mucho frío y seguía caminando por las calles de Cañete para encontrarme con Pepe. La verdad nunca había viajado a esa provincia a pesar de que estaba tan cerca de la mía (unas 4 horas en bus, tal vez menos). Había guardado el móvil con temor de que no me lo robaran, doblé la esquina de una amplia calle fría, poco iluminada, hasta que lo vi al fondo de la misma, parado al costado de un poste de luz tenue. Iba vestido con unos pantalones pitillos rojos, un polo blanco con un estampado negro, una casaca ploma y bufanda del mismo color. Pepe era más pequeño de lo que había imaginado al verlo por la cámara, tendría aproximadamente 1.61 metros de estatura, aunque me daba muy igual si fuera alto o bajo, era una característica suya que noté apenas llegué a nuestro "dichoso" encuentro.

Extendí la mano rápidamente, temblorosa por el frío mientras fijaba mi mirada en sus ojos pardos, me perdí en ellos un par de segundos mientras lo saludaba para inmediatamente mirar hacia el camino poco iluminado y perderme en la imagen sombría y, para mi, desconocida de Cañete.
- Hola, te estaba esperando - me dijo cuando aparté su mano de la mía.
- Sí, al final el bus demoró un poco en salir de la estación, espero que no hayas esperado mucho.
- No te preocupes, igual no había nada que hacer por aquí, como sabes sigo de vacaciones.

Era verdad, Pepe estudiaba Administración y Negocios Internacionales y había dejado el ciclo por motivos económicos (según lo que me había contado), por lo que estaría mucho tiempo de vacaciones hasta que comenzaran las clases de su siguiente ciclo.

- Que bueno, alucina que es la primera vez que vengo aquí, es decir, que vengo a quedarme, ni siquiera he ido a Ica.
- Bueno, entonces seré tu guía esta noche jeje
Sonreímos mientras caminábamos por el lugar, me había puesto un poco tímido con él, algo curioso pues por la cámara hablábamos de todo, muchas cosas inapropiadas pero divertidas, le había dicho que yo no era tímido pero en esa ocasión no podía evitar perder su mirada y fijarme en cualquier otra cosa.
Era importante alojarme en algún lugar, eran las 19:30 hrs y quería dejar mis cosas en algún lugar antes de visitar o hacer cualquier cosa. Pensaba que me iba a quedar en su casa, pero me había explicado que sus padres pensarían lo peor si llevaba a dormir a un hombre a su cuarto, y no los podía culpar por pensar así, el aspecto de Pepe no parecía el de un chico tranquilo y lo más probable era que ya había tenido algún drama en su casa por el tema de su homosexualidad y los chicos con los que frecuenta.




Caminamos alrededor de 20 minutos, conversábamos de vez en cuando, me apenaba parecer un poco desanimado, pero debía ser fuerte, no estaba en Lima, así que debía olvidar al menos por ese día todo lo que estaba pasando con Sebastián, no tendría cabeza para soportarlo, tomaría el próximo bus para regresar y derretirme en su piel, por suplicar que todo volviera a la normalidad, por saber que era lo que estaba pasando. Pero no.

- Bien, tienes 2 opciones para alojarte, aquí hay un hotel que cobra S/.50 la noche, los de allá cobran S/.100 mas o menos.
- Voy al de 100, no me importa gastar un poco más con tal de estar cómodo.
Dentro de mí decía que lo merecía después de todos los problemas que había pasado.

Me registré en el hotel, Pepe estaba esperando en un sofá de la recepción, cuando se fija que ya me habían atendido y estaba a punto de tomar el ascensor, se acerca y le doy las gracias por haberme guiado hasta el hotel, pensaba que se iría a su casa mientras yo descansaba, pero decidió acompañarme hasta la habitación. No debía de pensar inapropiadamente, pero la situación lo sugería, entonces no más que dejarse llevar y aceptar todo lo que venga, era libre en ese lugar, no conocía a nadie, solo a mi jodida conciencia.

Entramos a la habitación, dejé mis cosas en una cómoda, me saqué el abrigo y los zapatos, iba a deslizarme a mi cama cuando me doy cuenta que Pepe ya estaba tendido en ella revisando su móvil. Tímidamente me acosté a su lado y también saqué mi móvil, revisé si tenía alguna notificación o mensaje, pero no tenía ninguna, por lo que rebusqué la biblioteca musical y seleccioné un tema en francés, un pop de cierta cantante que francamente no recuerdo el nombre, pero me relajaba un poco al escucharla. Pepe se levantó y me dijo que me dejaría acomodar mientras el regresaba a casa, que estuviera atento al móvil pues luego saldríamos a una discoteca con unos amigos suyos. Me despedí de él, lo acompañé al pasillo fuera de a habitación y lo veía alejarse mientras regresaba a la cama, el chico era guapo, me gustaba.

Desperté con un poco de jaqueca al escuchar que el móvil sonaba, era Pepe, me había quedado dormido y era las 23:30 hrs:
- Por fin contestas - Me dijo un poco alterado.
- Disculpa, me había quedado dormido, ¿Qué hora es?
- Ya es casi medianoche, mis amigos ya están en la discoteca, te estaba esperando para poder encontrarlos.
- Ven sube a mi habitación, me arreglo y nos vamos.

Dejé la puerta entre abierta para que pudiera entrar, ya no había tiempo de una ducha, aunque no la necesitaba, aproveché para mojar la cabeza y lavarme los dientes, mientras lo hacía él ya estaba en la habitación esperando que yo saliera. Me peiné deprisa, me puse la casaca oscura, lo saludé pidiéndole disculpas nuevamente, a lo que él me sonrió y me dijo que no me preocupara, pero que nos apresuráramos para poder pasar más tiempo juntos. Esa última frase me sorprendió, no pensaba que me o diría de esa forma, pero yo también quería pasar tiempo con él, quería divertirme sin importar las consecuencias. Dejamos el hotel y nos dirigimos a una disco que distaba unos minutos de nuestra posición. No era un lugar muy grande, pero sí cumplía su propósito, nos unimos a sus amigos para vivir la noche, una noche distinta, nueva, sin cadenas ni recuerdos tristes, sin preguntas que no tienen respuestas.

Perdí la noción del tiempo, miré el móvil y eran ya las 4:00 hrs, tenía unos mensajes y unas llamadas perdidas las cuales no pensaba darme el tiempo de revisar, estaba divirtiéndome y no debía desaprovechar el momento.
Eran las 5:00 hrs cuando nos fuimos, habíamos bebido demasiado, no recuerdo que hablábamos, pero reíamos demasiado mientras abrazábamos para no caernos al pavimento de la calle. Tomamos un taxi para llegar al hotel y poder descansar. Sabría que Pepe no iría a dormir a su casa, y tenía razón, subimos a la habitación entre risas y roces constantes, cuando cierro la puerta y dejo mi casaca tirada en un rincón, lo miro ya tendido en mi cama, con una mirada pícara, sus ojos pardos y rojos por el alcohol, sus mejillas sonrosadas, sus labios carnosos, su pelo alborotado, no me resistía a poseerlo en ese momento, besar cada rincón de su cuerpo y no dejarlo ir hasta saciar todas las fantasías que en ese mismo momento mi mente había retratado en mil poses en mi cabeza.

- Rasec ¿Por qué te quedas ahí parado como si hubieras visto un fantasma? - me dijo mientras se quitaba el pantalón y se quedaba en boxers, unos celestes muy apretados que no hacía falta la imaginación para ver lo que había debajo de ellos.
- No, es que... disculpa... te vi y me sorprendí.
- ¿Estás erecto?
- Sí, siempre se me pone así después de beber.
- Ven conmigo a ver si nos la arreglamos para bajar esa erección.
No me había fijado, la tenía como un tronco, y es que cuando una está con el alcohol en la sangre no procesa la información del cuerpo de manera articulada, al menos yo no, pude estar erecto en todo el camino y no me habría dado cuenta a menos que alguien me lo hubiera dicho. Me despojé de mis pantalones, luego del polo y me quedé como Pepe, en boxers, me eché a su lado, pude oler su piel mientras lo abrazaba por la espalda y besaba su cuello, mis manos recorrían su pecho, su sexo, sus piernas, esas piernas me volvían loco, las acariciaba con desenfreno, bajaba mis labios a su espalda mientras él se dejaba, perdido en unos cortos gemidos y el movimiento sensual de su cuerpo, quebrando su cintura para mí. Estuvimos jugando varios minutos, por un lado yo lo abrazaba por detrás, por el otro el coqueteaba mi cuerpo con sus manos con una maniobra increíblemente excitante, no podía aguantar mucho más, comenzaba a morder su oreja, su cuello, hasta que lo obligo a darse vuelta, fue entonces cuando tuve su cara contra la mía, fue como un destello en mi mente.

Lo alejé de mi como si hubiera visto a un fantasma, observando el techo de la habitación esperando despertar, desesperado por no estar ebrio ni desnudo junto a un chico que no conocía, lo más ridículo y sentimental que habría hecho y pensado en mi vida, debería de odiarme a mi mismo por haber pensado siquiera en hacer lo con él, por estar arrepintiéndome como puberto ilusionado, ¡idiota, mal hombre, inconstante! Los pensamientos eran como ladridos de perro en mi cabeza, me mareaba aún más, corrí inmediatamente a vomitar al baño mientras me lamentaba (y tal vez lloraba) por mi desgracia.

Eran las 10 de la mañana cuando despierto con una resaca increíble, tratando de recordar dónde y cómo había llegado a ese estado, a mi costado estaba Pepe desnudo tapado por las cobijas oscuras que me cubrían la mayor parte del cuerpo. No hacía falta decirle nada, me fui a duchar rápidamente, como si hubiera un cronómetro en mi cabeza: mientras más rápido salga de aquí, más rápido podré recuperarme.

Ya era de tarde cuando bajo del bus de regreso a Lima, llegué a casa rápidamente en un taxi para cambiarme de ropa y salir a caminar, aún no creía que en un simple arranque de desilusión haya viajado solo para desestresarme, pero todo ya estaba hecho y no había vuelta atrás.
Llamé a Sebastián por el móvil, no tenía esperanzas de que me conteste, pero por alguna razón lo hizo y solo me dijo: tengo que hablar contigo.

Era de noche cuando nos encontramos en un parque para conversar, para que me pidiera disculpas por todo el silencio que había mostrado y la falta de interés, yo solo escuchaba con miedo lo que me iría a decir pues tenía un mal presentimiento. Me explicó que lo habían retirado de los planes de la empresa que había conformado con sus socios, su abuela había sufrido un paro cardiaco y estaba en cuidados intensivos, sus padres no le hablaban más, así como tampoco sus amigos y temía por saber como podría sostenerse en adelante... fue cuando lo comprendí todo.

Terminé con Sebastián esa misma noche, no podría contar todo el dolor que sentimos al hacerlo, las mentiras que le conté para que me odiara y dejara de quererme, la muerte de su abuela, el rechazo de su familia y amigos, y todo gracias a mi y a mi amor por él.



Han pasado ya muchos años, nunca supe si me creyó todo lo que le dije, que ya no lo amaba, que estaba con otro, que me aburrían sus problemas y que era mejor que se buscase a otro para contar huevadas, nunca supo que sacrifiqué todo con tal de que él esté bien. Ya no sé nada de él, si me recordará, si habrá superado completamente todas las desgracias, si estará con un chico, con una chica o tal vez solo, pero siempre tendré en mí esos buenos recuerdos, cuando nuestras vidas no le pertenecían a nadie más. Tal vez nos enamoramos en una época equivocada, donde la gente no acepta que el amor no discrimina raza ni género.




No hay comentarios.: