domingo, 2 de enero de 2011

Diogo y Sèras




Hogar dulce hogar – murmuró en voz alta Séras mientras cantaba una canción antigua de los años 80, de una banda que no era muy conocida, pero que sin embargo ella admiraba desde siempre. Vuela golondrina, espera mi regreso, que algún día me elevaré y veré ese azul, ese inmenso azul del cielo y nunca más miraré atrás, avanzaré y moriré, tal cual es nuestro camino desde siempre – Séras no aguantó las lagrimas y comenzó a llorar, no había razón lógica en ese momento para aquel espectáculo triste, tal vez sería solo un recuerdo, la sensación de soledad o algún dolor físico que la aquejaba, Séras nunca hablaba de su vida ni de su dolor, al igual que Diogo, a pesar de su estadía juntos eran distantes en el alma, y tal vez Séras sufría por eso… ¿Sería un deseo incontrolable de querer amar?, ¿Acaso la compañía no le era suficiente para poder sobrevivir?... las preguntas son innumerables, la respuesta era solo una, pero ninguno la sabia, eran simplemente como zombies viviendo bajo el mismo techo y siguiendo una rutina de vida que apenas bastaba para no desfallecer en el proyecto a la cual muchos llamamos vida.