sábado, 27 de septiembre de 2014

Hoy me quiero casar

Suena disparatado, sí, lo sé, pero hoy me quiero casar.

No importa el cómo ni el dónde, tal vez lo haga de blanco, de gris o de negro, tal vez en un edificio o en el campo, quizá hasta lo haga en mi habitación, envuelto por la sombría claridad de las amarillentas cortinas que logran apenas reflejar la débil luz de la nueva primavera, esa a la que tanto odio.
Gritaré al viento que te acepto a mi lado, y que estaré contigo por siempre, hasta que la muerte o la primavera nos separe, te besaré hasta quedar sin aliento y lloraré de felicidad en tus hombros mientras juramos que nos amamos verdaderamente, como nunca antes hemos amado a otro igual.
Hoy quiero tener mi luna de miel, cenar algo ligero acompañado de unas velas y un botella de vino, sumergirme contigo en la tibia agua de un jacuzzi soñado, llevarte en brazos a nuestra cama cubierta de pétalos de rosas, mientras nos amamos sin sentido sobre las sábanas, en una cita perfecta, esa que soñaste toda tu vida.
Hoy quiero tener paz a tu lado, abrazarte por la espalda mientras descansamos viendo una película, susurrándote al oído que te amo, besar tus dulces labios, rozar tu pecho y amarrar tus sueños con los míos mientras nos dejamos caer por el cansancio, juntos, para siempre, tú y yo.

Hoy me quiero casar, para mañana despertar y haberlo olvidado todo, mirarte como a un desconocido, vestirme raudamente y regresar a mi casa, donde pertenezco, donde tú no estarás, donde mis ilusiones mueren día tras día y se convierten en pesadillas, alimentadas por la primavera, esa a la que tanto odio.



domingo, 7 de septiembre de 2014

Los fracasos con las entrevistas

Hasta cierto punto no me había percatado que en la vida los rechazos pueden ser más dolorosos de lo que parecen.

Hace un par de semanas recibí una llamada de cierta empresa. la cual había revisado mi curriculum y deseaba entrevistarme para ver la posibilidad de ser parte de su equipo laboral, demás está decir que después de todas las entrevistas no logré ingresar (valga el título de este post), pero al menos lo intenté... sería agradable decir esa frase si no fuera esa la 3era vez que me entrevistan y no consigo firmar contrato. Y es que también es culpa de recursos humanos, es culpa de la demanda y culpa de todos menos yo (ojalá fuera cierto eso).

La primera entrevista de trabajo que tuve fue para Atento, una empresa de Movistar en la que se encuentran los teleoperadores de todos los productos que ofrecen en Perú. Fue la primera entrevista que tuve, aún con pocos estudios logré ingresar a la plataforma de Speedy para el soporte técnico como teleoperador, y es que para esas fechas (fines del año 2008) era un boom el conseguir trabajo en los Call Centers. A mi no me gustaba la idea de ser un empleado con apenas 19 años, pero el salario era atractivo haciendo algo que me gustaba y que era relativamente fácil. La segunda entrevista que tuve fue en el 2011 para MDY, empresa de Call Center de America Móvil Corporativo, también ingresé rápidamente habiendo pasado todas las entrevistas aunque no era un trabajo que me agradaba pues tenía libre la mitad de jornada de trabajo literalmente y me aburría sin hacer nada. Renuncié a los 3 meses.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Ávida ánima

Has cierto punto podría contar cuantas veces te perdí,
entregado a las luciérnagas de tu bendito corazón,
cuando la brisa cantaba los días que no te protegí,
cuando lloraba mi ávida ánima tu maldito desamor.

No eran recuerdos gratos los dejados en mi banca,
no eran lienzos preparados de un arte personal,
¿cuántas veces en mis sueños te seguía y esperaba? 
Esas veces que risueños nos besamos frente al mar.

Y tu luz meditabunda ya no existe más en mi alma,
los recuerdos de nuestra vida aun retumban sin cesar,
el olvido me reclama que lo acoja entre mis sábanas,
así como mi dulce boca por la tuya se dejaba cobijar.

Final: el adiós de Sebastián - Parte 3

Prometo no volver a enamorarme de ti, dime que te he decepcionado y juremos olvidarlo todo, tal cual historia de verano.

Era de noche, hacía mucho frío y seguía caminando por las calles de Cañete para encontrarme con Pepe. La verdad nunca había viajado a esa provincia a pesar de que estaba tan cerca de la mía (unas 4 horas en bus, tal vez menos). Había guardado el móvil con temor de que no me lo robaran, doblé la esquina de una amplia calle fría, poco iluminada, hasta que lo vi al fondo de la misma, parado al costado de un poste de luz tenue. Iba vestido con unos pantalones pitillos rojos, un polo blanco con un estampado negro, una casaca ploma y bufanda del mismo color. Pepe era más pequeño de lo que había imaginado al verlo por la cámara, tendría aproximadamente 1.61 metros de estatura, aunque me daba muy igual si fuera alto o bajo, era una característica suya que noté apenas llegué a nuestro "dichoso" encuentro.

Extendí la mano rápidamente, temblorosa por el frío mientras fijaba mi mirada en sus ojos pardos, me perdí en ellos un par de segundos mientras lo saludaba para inmediatamente mirar hacia el camino poco iluminado y perderme en la imagen sombría y, para mi, desconocida de Cañete.
- Hola, te estaba esperando - me dijo cuando aparté su mano de la mía.
- Sí, al final el bus demoró un poco en salir de la estación, espero que no hayas esperado mucho.
- No te preocupes, igual no había nada que hacer por aquí, como sabes sigo de vacaciones.

Era verdad, Pepe estudiaba Administración y Negocios Internacionales y había dejado el ciclo por motivos económicos (según lo que me había contado), por lo que estaría mucho tiempo de vacaciones hasta que comenzaran las clases de su siguiente ciclo.

- Que bueno, alucina que es la primera vez que vengo aquí, es decir, que vengo a quedarme, ni siquiera he ido a Ica.
- Bueno, entonces seré tu guía esta noche jeje
Sonreímos mientras caminábamos por el lugar, me había puesto un poco tímido con él, algo curioso pues por la cámara hablábamos de todo, muchas cosas inapropiadas pero divertidas, le había dicho que yo no era tímido pero en esa ocasión no podía evitar perder su mirada y fijarme en cualquier otra cosa.
Era importante alojarme en algún lugar, eran las 19:30 hrs y quería dejar mis cosas en algún lugar antes de visitar o hacer cualquier cosa. Pensaba que me iba a quedar en su casa, pero me había explicado que sus padres pensarían lo peor si llevaba a dormir a un hombre a su cuarto, y no los podía culpar por pensar así, el aspecto de Pepe no parecía el de un chico tranquilo y lo más probable era que ya había tenido algún drama en su casa por el tema de su homosexualidad y los chicos con los que frecuenta.


miércoles, 26 de febrero de 2014

Final: el adiós de Sebastián - Parte 2

Solía venir aquí cuando el mundo se hacía tan pequeño que apenas podía respirar.

Los días pasaban y sin darme cuenta ya no frecuentaba verme con Sebastián. Desde aquella vez que hablamos de lo sucedido, cuando declaró a todo el mundo lo que sentía por mi, no había vuelto a ser el mismo, la luz de sus ojos se habían extinguidos, su aliento ya no era el mismo, ya no jadeaba de pasión su mirada al verme, ya no vibraban sus labios al besarme, sin darme cuenta todo aquello que habíamos sido por mucho tiempo se había extinguido, dejando a su paso solo incomodidad.

El amor de los jóvenes... ¡Cuánta agua salada vertida inútilmente por un amor que ya no sabe a nada!

En verdad era todo lo que quería, tal vez aun más, ya no podía inspirarme con esa situación, la incertidumbre era abrumadora, cada vez que trataba de hablar con él surgía un pretexto por el cual le era imposible verme. No era mi intención reclamarle por su ausencia, o tal vez era demasiado cobarde para admitir que me sentía desprotegido cuando él no estaba a mi lado, que dependía de su fuerza para ser el chico alegre de siempre.
Deje de insistir y encapuché mis sentimientos, no quería verme derrotado, tampoco quería llorar, después de mucho tiempo volvía a estar solo, ya no esperaba las llamadas de nadie, tampoco esperaba el fin de semana con impaciencia, mis sueños se convertían en pesadillas de las cuales nunca logré recordar, solo el despertar abrupto y tembloroso me lo contaban.

Cada día parecía semanas enteras, entonces me di cuenta que ya nada sería igual y que no podía ocultar lo evidente por mucho tiempo, que en algún momento explotaría y cometería una locura, o tal vez no y me convertiría en un amargado que vive odiando la vida. Quizás lograra refugiarme en las drogas o en el alcohol para anestesiar mi mente y dejar de pensar tanto, los recuerdos hervían en mi cabeza como lava hirviendo.

Una de esas noches, encendí el ordenador y entré a un chat de una conocida página (si, de esas gais en las que conoces a cualquier tipo que busca más que nada "eso que tú sabes") y elegí un nick al azar, Jack16. En mi opinion ese nombre era genial, misterioso, extranjero... venga ya ¡sexy!

- Jack16: Hola, ¿Qué tal?
- Pepe_18: Hola, aquí todo bien... con unas ganas tremendas xD
- Jack16: Bueno, supongo que por eso estás aquí, jeje... y dime, ¿de dónde eres?
- Pepe_18: De Cañete, ¿tú?
- Jack16: De Lima... a qué te dedicas o qué? Cuéntame algo que estoy aburrido y no tengo sueño

La conversación siguió de largo, Pepe era un chico interesante, tenía 18 años, era estudiante de Administración, soltero, por lo que el me contaba era delgado y de cabello negro, estaba buscando trabajo para poder pagarse sus lujos y no vivir ajustado del dinero de sus padres, me gustaba eso, aunque claro para mi eso no importaba nada pues eso solo serviría para alguien que busca una relación.

- Jack16: Sería muy paja vernos, ¿sabes?, Lástima que estás algo lejos -_-
- Pepe_18: Pucha si, supongo que ya fue :/
- Jack16: No, espera, no es tan lejos xD, además no sé, me da curiosidad conocerte, no creas que soy loco, solo soy aventado jeje, además me caes súper :D
- Pepe_18: Jaja, si claro, ven a Cañete mañana entonces, te espero de brazos abiertos (y piernas también :P)
- Jack16: Jajaja, sale, pero primero pásame tu cam para no arrepentirme cuando te vea xD

¿Era en serio todo esto? Estaba quedando con un desconocido que ni siquiera vivía en mi ciudad, me planteaba seriamente ir a visitarlo solo porque "me caía bien"... si claro, porque por un chat de una noche te puede caer bien una persona sin antes haberla conocida, que estúpido.

Eran los 8 am, desperté con una llamada perdida de Pepe, había olvidado que le pasé mi móvil para que me timbrara y poder anotar su número. Lo llamé y le dije que en la tarde estaría allá, en Cañete, entonces se carcajeó unos segundos hasta que comprendió que iba en serio y acordamos nuestro encuentro.
Eras las 7:15 pm aproximadamente cuando llego a Cañete, bajo del bus y lo llamo para informarle que había llegado, me mandó caminar unas cuadras por unas calles que no me daban la impresión de ser seguras para algún transeunte, sin embargo ya estaba ahí y no me iba a echar para atrás.


Continuará...



miércoles, 10 de abril de 2013

Final: el adiós de Sebastián - Parte 1

Era insoportable, la vida simplemente era un tormento diario.

Una vez un amigo me preguntó que era lo que más me aburría de las personas, le respondí sin pensarlo dos veces: predictibilidad.
¿A qué me refiero con "predictibilidad"? Pues muy simple, en el transcurrir del día a día uno puede ir conociendo a una persona, le gusta lo nuevo de esa persona, aunque no sea necesariamente bueno, esa sensación mágica que tenemos hacia lo desconocido, una atracción que va más allá de lo físico... pero ¿qué pasa cuando llegas a conocer tanto a la gente que comienzan a ser predecibles? Es lo que me ocurre muy a menudo con las personas, he conocido tantos casos específicos de hombres y mujeres, cada uno con una historia diferente, nadie es igual a que los demás, pero si son muy evidentes, en pocas palabras, sus vidad son tan comunes que se vuelven predecibles, y eso es lo que me aburren de las personas, que son predecibles, por falta de creatividad, inteligencia o por cosas del azar que francamente no me interesa analizar en estos momentos.

Aprendí a odiar la predictibilidad de los individuos gracias a él, a Sebastián.
Recuerdo, ya hace muchos años, cuando contento y con timidez me dijo: Amor, hoy voy a contárselo a todo el mundo - ¿Estás seguro? No hace falta que lo hagas - ¿No quieres que lo haga? - No es eso Sebas, solo te digo que no debes hacerlo por obligación o porque sientas que tienes que hacerlo - Pero yo no lo hago por nada de esas cosas, lo hago porque quiero hacerlo, porque me siento orgulloso de ti, eres parte de mi vida, al igual que mi familia y mis amigos, ellos siempre te ven, pero me parece injusto que debamos escondernos, no hay nada que temer, somos tú y yo, y al que le duela que se vaya a la mierda.

Era la primera vez que Sebastián me hablaba con palabras rotundas, una seguridad plena que albergaba dentro un coraje y una felicidad inmensa, sentía en su mirada que era un hombre nuevo, me sentía feliz por él y por mi mismo, sin darme cuenta había hecho muy feliz a alguien, sin haberme esforzado o haberlo estudiado de ninguna manera, solo siendo yo mismo, tal cual, igual que él conmigo, logramos romper la barrera que tanto temor me daba: caer en una rutina destinada a la ruptura.
Con él todo era nuevo, lo he mencionado anteriormente y lo vuelvo a repetir.

Ese día tenía clases en la universidad, vagamente recuerdo la materia o a las personas con las que me vi ese día, estaba un poco preocupado e impaciente por como se tomarían los amigos de mi novio la noticia de que, evidentemente, era gay y que yo, Rasec, el amigo que siempre le acompañaba a reuniones y fiestas, era su novio.
Ese día no me llamó, no lo encontré, mantuvo el móvil apagado, tenía un mal presentimiento. Me repetía a mi mismo que eran paranoias mías, que todo estaría bien y que todo tenía una explicación, que darle vueltas al asunto no me ayudaría en absoluto a esclarecer mis dudas.
Esa noche me tendí en la azotea de mi casa a respirar mientras contemplaba la luna, una luna nueva que apenas estaba naciendo, tan delgada ella que sentía podía quebrarse en cualquier momento, tal vez con una sola brisa la luna se rompería en mil pedazos y dejaría de existir la poca luz que iluminaba mis noches quedándome en una oscuridad perpetua, esa oscuridad que había experimentado hace muchos años, esa falta de luz que te endurece tu corazón, cuando el mundo se vuelve tan pequeño que apenas puedes respirar.

Continuará...





martes, 27 de noviembre de 2012

Interludio con Sebastián (El Hotel)

Las noches en un hotel, vino helado y unas copas, mis labios acariciando sus vellos faciales, abundantes y oscuros, tan oscuros que daban celos a la penumbra, aquella testigo de nuestro amor.

Renuncié al empleo que tenía en la empresa tele-operadora. 
Ese mismo día mi jefa me había llamado para que le dé alguna explicación por la cual yo me marchaba. Ella tenía planes para mi a largo plazo, mi corta edad en ese campo laboral resultaba ideal para la productividad, siempre dicen que los jóvenes pensamos más dinámicamente que los viejos, y más aun si uno estudia ciencias y esta a mitad de camino de terminar su carrera.
Con algo de pena le dije a Vania, mi jefa, que renunciaba a mis labores porque iba a comenzar nuevamente mis clases en la universidad y necesitaba de todo el tiempo para enfocarme en ello, no necesitaba urgentemente un dinero extra por mi propio esfuerzo, puesto que mi familia se encargaba de todos mis gastos mientras estuviera estudiando. 
Era cierto, no necesitaba trabajar para tener dinero, pero ese verano estaba harto de quedarme sin hacer nada y solo por eso estuve trabajando con Vania durante todos esos meses.
No le quedó otra opción a mi ex-jefa, se resigno y me deseó mucha suerte en mis proyectos, además de asegurarme una buena recomendación si decidía buscar trabajo en el futuro, sin duda era una mujer muy buena onda y en el fondo la iba a extrañar, a ella y a mis "compañeritos" de trabajo que, de cualquier modo,  podrían ocupar mi lugar, y créanme, el puesto que yo tenía era el menos estresante de todos.

Habían pasado ya 3 semanas de relación con Sebastián y sentía que no podía esperar nada mejor. Ya era abril y el sol brillaba más que nunca, hacían 2 días que no veía a mi novio, él estaba ocupado con su empresa y yo estudiando, aunque, para ser sinceros, yo no estaba nada ocupado, el estudio nunca me tomaba tanto tiempo y tampoco le prestaba nunca tanto interés ni dedicación (no hacía falta, igual nunca reprobaba). Ansioso andaba esperando que caiga la noche, momento en el que él se desocupaba y podíamos vernos o hablarnos por celular, en esos días nos comunicábamos siempre por skype, las videollamadas empezaban a eso de las 11 y se prolongaban hasta las 2 o 3 de la madrugada, era inevitable, nos despedíamos horas de horas, siempre había algo de que hablar, Sebastián siempre salía con alguna cursilería que me enamoraba cada noche más, era una tortura tener que decir "buenas noches", "hasta mañana", "te quiero, sueña conmigo", de esas frases que podrías escuchar infinitamente y solo vivir de ellas hasta el día que ya no puedas respirar.
Despertaba los días de semana siempre tarde, me duchaba, salía a correr al parque, almorzaba, descansaba  volvía a ducharme, iba a la universidad y conversaba con Sebastián, todo en ese orden, por primera vez sentía que la rutina no era algo malo, de hecho, era algo perfecto.
Cuando me apetecía, a veces le sugería encontrarnos de noche y dar grandes caminatas por todo el distrito de San Miguel, a veces íbamos al cine, otras veces a escuchar música, a tener sexo y demás. Las veces que íbamos a tener intimidad aprovechaba en ir a visitar a mis amigos de mi anterior trabajo en el distrito de Lince, ellos salían a las 6 pm y yo me encontraba con Sebastián a partir de las 7 pm, hora en la cual generalmente terminaba de trabajar. Tenía un amigo, Matías, era uno de los chicos que visitaba antes de ver a mi novio. Matías había conocido a mi anterior pareja y siempre me preguntaba como iba con mi nueva relación. A pesar de que él no era gay siempre se mostraba interesado en todas las cosas que yo hacía, todos los chicos que había conocido, en como me sentía e inclusive, a veces me preguntaba detalles sexuales los cuales nunca se los daba, de hecho ni a mi mejor amigo le contaba esas cosas, siempre me parecía algo muy personal como para contarle a un heterosexual, teniendo en cuenta que hasta para contarlo a un gay no era tan simple (al menos no para mi). Volviendo a esas noches, Matías siempre me acompañaba mientras esperaba a mi novio, nunca se quejaba de eso, me contaba incluso de sus amoríos, por así decirlo.

El tiempo transcurrió rápidamente, los meses parecían semanas, sin darme cuenta había pasado verano, otoño y el invierno secuencial.
Ya no frecuentaba a Matías en esos tiempos y las cosas con Sebastián seguían tan bien como siempre, empezaban a chispear los rayos de sol primaverales, cantábamos a todo pulmón "Maldita Primavera", una balada clásica que estaba de moda cuando era niño. Pronto cumpliríamos 1 año de novios Sebastián y yo, pronto descubriría que las historias no son eternas, que los sueños son solo pasajeros y que, a pesar de todo, el amor es más que un simple sentimiento que viene y va... pues nunca se va, siempre queda, aunque duela.