martes, 27 de noviembre de 2012

Interludio con Sebastián (El Hotel)

Las noches en un hotel, vino helado y unas copas, mis labios acariciando sus vellos faciales, abundantes y oscuros, tan oscuros que daban celos a la penumbra, aquella testigo de nuestro amor.

Renuncié al empleo que tenía en la empresa tele-operadora. 
Ese mismo día mi jefa me había llamado para que le dé alguna explicación por la cual yo me marchaba. Ella tenía planes para mi a largo plazo, mi corta edad en ese campo laboral resultaba ideal para la productividad, siempre dicen que los jóvenes pensamos más dinámicamente que los viejos, y más aun si uno estudia ciencias y esta a mitad de camino de terminar su carrera.
Con algo de pena le dije a Vania, mi jefa, que renunciaba a mis labores porque iba a comenzar nuevamente mis clases en la universidad y necesitaba de todo el tiempo para enfocarme en ello, no necesitaba urgentemente un dinero extra por mi propio esfuerzo, puesto que mi familia se encargaba de todos mis gastos mientras estuviera estudiando. 
Era cierto, no necesitaba trabajar para tener dinero, pero ese verano estaba harto de quedarme sin hacer nada y solo por eso estuve trabajando con Vania durante todos esos meses.
No le quedó otra opción a mi ex-jefa, se resigno y me deseó mucha suerte en mis proyectos, además de asegurarme una buena recomendación si decidía buscar trabajo en el futuro, sin duda era una mujer muy buena onda y en el fondo la iba a extrañar, a ella y a mis "compañeritos" de trabajo que, de cualquier modo,  podrían ocupar mi lugar, y créanme, el puesto que yo tenía era el menos estresante de todos.

Habían pasado ya 3 semanas de relación con Sebastián y sentía que no podía esperar nada mejor. Ya era abril y el sol brillaba más que nunca, hacían 2 días que no veía a mi novio, él estaba ocupado con su empresa y yo estudiando, aunque, para ser sinceros, yo no estaba nada ocupado, el estudio nunca me tomaba tanto tiempo y tampoco le prestaba nunca tanto interés ni dedicación (no hacía falta, igual nunca reprobaba). Ansioso andaba esperando que caiga la noche, momento en el que él se desocupaba y podíamos vernos o hablarnos por celular, en esos días nos comunicábamos siempre por skype, las videollamadas empezaban a eso de las 11 y se prolongaban hasta las 2 o 3 de la madrugada, era inevitable, nos despedíamos horas de horas, siempre había algo de que hablar, Sebastián siempre salía con alguna cursilería que me enamoraba cada noche más, era una tortura tener que decir "buenas noches", "hasta mañana", "te quiero, sueña conmigo", de esas frases que podrías escuchar infinitamente y solo vivir de ellas hasta el día que ya no puedas respirar.
Despertaba los días de semana siempre tarde, me duchaba, salía a correr al parque, almorzaba, descansaba  volvía a ducharme, iba a la universidad y conversaba con Sebastián, todo en ese orden, por primera vez sentía que la rutina no era algo malo, de hecho, era algo perfecto.
Cuando me apetecía, a veces le sugería encontrarnos de noche y dar grandes caminatas por todo el distrito de San Miguel, a veces íbamos al cine, otras veces a escuchar música, a tener sexo y demás. Las veces que íbamos a tener intimidad aprovechaba en ir a visitar a mis amigos de mi anterior trabajo en el distrito de Lince, ellos salían a las 6 pm y yo me encontraba con Sebastián a partir de las 7 pm, hora en la cual generalmente terminaba de trabajar. Tenía un amigo, Matías, era uno de los chicos que visitaba antes de ver a mi novio. Matías había conocido a mi anterior pareja y siempre me preguntaba como iba con mi nueva relación. A pesar de que él no era gay siempre se mostraba interesado en todas las cosas que yo hacía, todos los chicos que había conocido, en como me sentía e inclusive, a veces me preguntaba detalles sexuales los cuales nunca se los daba, de hecho ni a mi mejor amigo le contaba esas cosas, siempre me parecía algo muy personal como para contarle a un heterosexual, teniendo en cuenta que hasta para contarlo a un gay no era tan simple (al menos no para mi). Volviendo a esas noches, Matías siempre me acompañaba mientras esperaba a mi novio, nunca se quejaba de eso, me contaba incluso de sus amoríos, por así decirlo.

El tiempo transcurrió rápidamente, los meses parecían semanas, sin darme cuenta había pasado verano, otoño y el invierno secuencial.
Ya no frecuentaba a Matías en esos tiempos y las cosas con Sebastián seguían tan bien como siempre, empezaban a chispear los rayos de sol primaverales, cantábamos a todo pulmón "Maldita Primavera", una balada clásica que estaba de moda cuando era niño. Pronto cumpliríamos 1 año de novios Sebastián y yo, pronto descubriría que las historias no son eternas, que los sueños son solo pasajeros y que, a pesar de todo, el amor es más que un simple sentimiento que viene y va... pues nunca se va, siempre queda, aunque duela.



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