lunes, 29 de marzo de 2010

Èrase una vez una niña...


Lo que los sicòlogos llaman trastorno de personalidad mùltiple.

Estaban Èl y su niña recorriendo las calles de ese mundo imaginario, nadie sabia de donde era la niña, ni siquiera Èl, ¿serìa adoptada talvez, o quiza simplemente se habian encontrado?. Ellos seguìan un sendero que curiosamente la gente no se atrevia a recorrer, ella lo guiaba, y cada paso que daban era una làgrima que caia de este personaje desconocido. Èl solo querìa protegerla, a pesar de sus làgrimas, era aun capaz de ver el camino que lo conducia hasta su destino.

-¿Hacia donde tenemos que ir?- preguntò Èl, y la niña no respondìa, solo se aferraba de su mano y lo jalaba suavemente siguiendo ese sendero aun desconocido por mi, por el mundo.

- Tengo sed, necesito tomar un poco de agua por favor - entonces, vio salir a un tipo de edad media, pelo corto y con semblante de tener pocos amigos. A pesar de ello, Èl se atreviò a pedirle un poco de agua.



- Por favor, este viaje es muy largo y no llevo nada conmigo, ¿podrìa regalarme un poco de agua?.

- Lo siento joven, no tengo agua.

La lluvia comenzò, y la niña no hacia sino mirar al horizonte, ansiosa por seguir.
De la vivienda misma del personaje de semblante no amigable, saliò una mujer con una cubeta en la mano llena de agua. La arrojò con fiereza hacia la acera, y con un gesto de satisfacciòn malèvola regreso dentro asotando la puerta tras sì.

No quedò de otra, no era para pensarlo dos veces, el agua seguìa su camino al igual que Èl, y tal vez no conseguirìa otra oportunidad, asi que, se inclinò dubitativo, con sus pocas fuerzas arrodillose y comenzò a beber del agua que recorria el suelo, agua sucia, de discriminaciòn, de tristeza, sus labios rozaban el suelo, tal cual perro callejero su lengua en conjunciòn con su boca succionaban del lìquido que recorria la acera inclinada...

Los mareos cedieron un poco, la poca agua lo habìa hidratado. Levantò la mirada viendo como la niña aun divisaba su destino... incorporose lentamente, sin soltar la mano de la niña, y siguiò su rumbo, un rumbo que èl mismo desconocìa.
...

La niña empezò a correr y Èl empezò a temblar.

- "No respires" - dijo la niña.
Obediente y asombrado dejò de respirar y siguio corriendo.
Lograron recorrer varios metros, cuando Èl no aguantò y volviò a respirar, tosiendo y jadeando, con un sentimiento de extrañez en su ser.

¿A donde me estarà llevando?, pensaba Èl mientras se volvìa a incorporar.

Muchas calles recorridas, Èl no aguantaba màs y echose a reposer acurrucado entre unos arbustos pegados a una casa.

Cuando despertò, la niña no estaba, pero ya no le importaba, querìa regresar a casa, no sabìa a donde ir, no tenìa hogar, no tenìa recuerdos, Èl no era nadie sin la niña, pues ella era su unico camino, su ùnico sendero, y la habìa perdido.

Caminando sin rumbo conocido apoyose en un poste de luz. Sus memorias desaparecìan como el viento, todo su recorrido, sus pocas experiencias, su temerosidad. Tan pronto miro al cielo recuperò el equilibrio y mirò a su alrededor. No recordaba nada de lo que habìa pasado, estaba cansado y trsite, sediento y sucio. Cogiò unas monedas que habia guardado en su bolsillo de pantalòn y atreviose llamar a casa:

- Abuela, ¿que hay de comer hoy?-

- Como tù pediste, ensalada con papas.

- Capisco, voy en seguida.

Y entonces no habia pasado nada extraño, se engañaba diciendo que habìa salido a dar un paseo, un pequeño paseo de otoño.

Desde entonces ya no sale sin una mochila, una botella de agua y una rosa, a pesar de no recordar lo que su otra personalidad hacìa mientras el se extinguìa, tenia la corazonada de que su paseo confuso tenìa un propòsito... y que esa flor era para la que algun dìa serìa la dueña de su vida: la misma locura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A los años Cesar que ha sido de tu vida. Ya ni te conectas al msn ni nada, por lo visto sigues escribiendo, ta bien. A ver si te conectas para ver que fue contigo.