martes, 14 de febrero de 2012

Egocentrismo psicosexual


Hola, he estado viviendo estos últimos meses en la absoluta indiferencia por aquello que puede ser real o imaginario, he despertado soñando olvidos de lágrimas que no existen por la frustración de la tristeza inanidable en mí.

Analizando perfiles, dibujando pergaminos, escribiendo ensayos de una vida que podría ser la de un dios innegable a la vida de los paganos que sutilmente llamamos mortales.
He pasado mis noches rogándole a la depresión que me brinde un poco de su llanto para así poder entender la pena de lo que es perder un amor.

Me emborraché con el estrés de lo nuevo, bebí de la ignorancia de los hombres y me cegué con su aroma de tristeza, el muy absurdo y descriptible apego al pasado que los caracteriza, me he inundado de sus predecibles verdades.

Donde guardan el olvido y abandonan el futuro por una mediocre idea de felicidad, donde su subconsciente solo se burla de ellos, entrelazado estoy con sus almas crudas y sus risas fingidas, casi satánicas.

Vivo las historias de ellos, los que me conocen, habiendo abandonado ya la felicidad a cambio de un poco de tristeza, aun así no logro conseguir esa espina que necesita mi corazón para que pueda sentirse nuevamente humano y pueda volver a creer, soñar, sentir, llorar, a sentirse como un patético esclavo del pasado con temor al futuro… como ellos.

Pretender un “te amo” para esperar un eventual “basta” que termine con todas esas ilusiones comunes en la desesperación de un “vivir”, comentar tal vez un “te quiero” y tratar de recibir un “me asusta” para luego decepcionarse de las buenas sensaciones e invadir el ánima con flores marchitas, dignas de un alma hecha pedazos.

Dar a luz esos más oscuros secretos tuyos, creer que el que lo sabe es el indicado y que un día cualquiera pueda destrozarte el corazón, pretender que “ese” te importa mucho… o algo.
Aun viviendo mentiras, las estrías del alma no brotan tal cual deberían, los espigos de nuestro jardín esperan florecer por la normalidad y maldad de las noches, nuestros cuerpos abrazados, aun sudados por el sol no lograran dejar de sentirse el uno al otro aunque nos separemos y dejemos de existir.

Esa existencia mía, tuya, vuestra y nuevamente mía, las experiencias que nos caracterizan y nos van asesinando día y noche como al resto del mundo, ese paradigma que de armonía se alimenta y de inteligencia se libera.

Hola, he cometido el error de planear historias tristes, espero con ansias poder anhelar más felicidad de la que ya poseo y dejar de lamentarme por la falta de ecuanimidad intrínseca de esta ánima ya menguada.



No hay comentarios.: